Les Luthiers con el Ensamble: Una bomba musical

Napoleón Cabrera. Diario Clarín, 20 de octubre de 1972

El público conoce sus discos, los ha visto en televisión. Sabe que de sus disparos no se salva nadie ni nada: jazz o tango, ópera italiana o boleros del Caribe, virtuosos del teclado o de la bombarda. Comenzaron con alguna parodia y ahora son la parodia total. Eran buenos músicos y se están convirtiendo, además, en mimos y actores. Pero esto sería poco si no hubieran alcanzado el centro del buen humor musical. Cada una de sus piezas es una bomba de tiempo. Al estallar el asunto ridiculizado queda cubierto de escombros y el espectador, si lo ha de tomar en serio nuevamente, lo hará con un oído nuevo.
Esta labor demoledora no es un juego. Se parece a la de Picasso y Braque en la pintura: con el cubismo analítico bombardearon cruelmente la realidad visual y le quitaron toda la ingenua mansedumbre precedente. Distancias guardadas, creemos que tras intentos como los de Les Luthiers se esconde una tremenda fuerza: la de imponer al oyente musical la pérdida de la ingenuidad sonora. Es un humor que trasciende la mera diversión.
El Centro de Artes y Ciencias reunió en un concierto a Les Luthiers y al Ensamble Musical, dirigido por Andrés Spiller.
Por supuesto, este último conjunto hizo música de buen humor: una obertura de Rossini y una opulenta transcripción sinfónica de “Los músicos de la aldea” o “Una broma musical”, de Mozart. Fue una comprobación de que, en materia de humor, dos siglos han abierto un abismo. Como entre el jinete y el aviador. Mozart, para divertirse, introducía unas cuantas desafinaciones.
Lo divertido, hoy, sería un trozo que no disonara en absoluto. Si la curva se mantiene así, a los oyentes y espectadores del futuro les espera un ingenioso intercambio de granadas de mano, bien cargadas, a la manera de la ruleta rusa. Por el momento, lo de Les Luthiers es una picassiana y precursora “bomba musical”. Si aún no los conoce, no se los pierda
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