MM: El pensador Umberto Della Noia dijo en cierta ocasión, ante
una numerosa y calificada audiencia lo siguiente: "La música
es tal vez de todas las artes la que implica la mayor constelación
de connotaciones plurisignificantes". Y continuó diciendo
Della Noia, ante la misma audiencia ya no tan numerosa: "¡Oh
Música!, Diosa predilecta de las musas, Musa predilecta de los
Dioses, Diosa musa de los predilectos, muslo lácteo, blusa recta...ehem..."
Algunos le preguntaron a Della Noia, si hablaba de la música en
general y otros si se refería a la música, en tanto categoría
mitológica, inclusive varios le preguntaron si se sentía
bien. La música, siguió imperturbable Della Noia, mientras
algunos más se iban retirando, la música está presente
en todos los actos de nuestra vida, estoy harto convencido, muy convencido
y bastante harto. Música para hacer gimnasia, para trabajar, para
comer, algunos inclusive han llegado al extremo de poner música
de fondo mientras escuchan música.
En ese momento, el único oyente que aún permanecía
en su asiento, se despertó. Lentamente comenzó a dirigirse
hacia la salida, con Della Noia caminando detrás de él,
leyéndole los párrafos finales de la disertación.
En la siguiente obra del presente recital, se ha tratado justamente de
revertir el carácter accesorio de la música. En un verdadero
alarde de inventiva se interpretará, en lugar de una escena acompañada
por una canción, una canción acompañada por una escena.
En dicha canción, los recuerdos del cantante son escenificados
con mímica; su título: "Quien conociera a María,
amaría a María".
JM: Me sentía tan solo
que sufría y sufría
mi trabajo en el teatro
no me daba alegría.
Mis amigos trataban
en mis días más tristes
de brindarme consuelo
con sus bromas y chistes.
Y de
pronto una noche
retornó mi alegría
irrumpiste en mi vida,
te llamabas María.
Descubrí tu figura
desde las bambalinas
derrochando hermosura
entre las bailarinas;
vi tus labios ardientes
y tu andar elegante,
tu mirar atrayente,
tu cabello abundante.
Al
tratar de acercarme
para saber tu nombre
te encontré discutiendo
con aquel otro hombre.
Cuando ya te marchabas
ante ti aparecí
te conté que te amaba;
te reíste de mí.
Pero
al verme sincero,
me pediste perdón;
de rodillas juraste
darme tu corazón.
Te pedí mil disculpas
por mi torpe irrupción;
y tú llorando insistías
en pedirme perdón.
Me
contaste de aquel
que en el teatro te hablaba,
hombre sórdido y cruel
al que antes amabas.
Era el jefe de escena,
hombre pérfido y bajo
que lograba de ellas
amor por un trabajo.
Sentí
una gran pena,
sentí rebeldía,
y como eras ajena
sentí una profunda dicotomía.
Te ofrecí, ya en el parque,
un vivir diferente,
tú callada mirabas
las estatuas y fuentes.
(Entra Rabinovich, ajeno a la obra y trata de disimular su entrada
haciéndose pasar por "fuente")
JM: Y
al cesar tu recelo
nuestros labios se hallaron,
las estrellas del cielo
más intensas brillaron...
(el cantante espera que se iluminen luces sobre el escenario)
las estrellas del cielo
más intensas brillaron...
(el cantante mira hacia arriba)
y entonces... Francisco García
encendió las estrellas del cielo...
(no se encienden las luces)
La noche estaba oscura,
nos sentamos muy juntos,
pasé mi mano derecha
por debajo de tu brazo izquierdo
mientras tú apoyabas tu cabeza
en mi mano derecha
que yo había extendido
con la palma hacia arriba
y algo flexionada.
Y en
ese momento,
y en ese momento,
te pedí que dejaras
esa vida vacía
que a ese hombre olvidaras
y que al fin fueras mía...
(se apagan todas las luces)
Y mi vida fue otra
cuando al fin fuiste mía
y dejaste a ese idiota
de Francisco García.
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