Sólo para oídos exquisitos.
Diario La Razón, 15 de diciembre de 2002

Les Luthiers y la Camerata Bariloche, con 35 años de vida cada una, brindarán, a estadio lleno, tres shows a pura música y humor.

En el 2000, Les Luthiers y la Camerata Bariloche se presentaron juntos en el Teatro Colón, a beneficio del Collegium Mozarteum, donde estudiaron, entre otros, Alberto Lysy, fundador de la Camerata, y Carlos López Puccio, uno de los pilares musicales de Les Luthiers. El concierto se llamó "Do-Re-Mi-Já! : Por humor a la música" y combinó creaciones de Bach, Mozart, Bartók o Piazzolla con las del mítico Johann Sebastian Mastropiero.
En diciembre del año pasado, la cumbre se repitió en el Teatro Argentino de La Plata. Pero "El Grosso Concerto" duró poco: la caída del gobierno de De la Rúa y el caos económico le quitaron continuidad al espectáculo. A partir de hoy, las dos agrupaciones -ambas de 35 años, ambas veneradas aquí y fuera de la Argentina- volverán a hacerlo en el Luna Park con tres espectáculos que tendrán un marco imponente.

DUELO DE TITANES.
Dos potencias musicales compartirán el escenario para interpretar un rico repertorio compuesto por la ópera "La hija de Escipión", "Las majas del bergantín", "Concierto de Mpkstroff" y "Concerto Grosso Alla Rustica Opus. 58", de Johann Sebastian Mastropiero. Además, la Camerata incluirá el estreno de obras de Piazzolla. El sempiterno quinteto lutheriano siente que presentarse con la Camerata "brinda jerarquía, nos confirma que lo nuestro es valioso. El pequeño universo de la música con humor tiene validez desde que Mozart la hizo hasta nuestros días", dicen. Del otro lado, devuelven la gentileza: "Entre nuestros colegas hay un sentimiento de envidia porque compartimos escenario con Les Luthiers. Nos divertimos mucho ensayando y tocando con ellos, y el compromiso es tan grande como cuando tocamos con Rostropovich. Tratamos de estar a la altura de ellos".


35 años no es nada.

Diario Clarín, 12 de diciembre de 2002


Hace dos años, Les Luthiers y la Camerata Bariloche llegaron al Colón. El año pasado, tocaron en La Plata. Van por más.

Dos potencias (musicales) se saludan. De un lado, Carlos Núñez Cortés: dueño de casa, integrante de Les Luthiers, "biógrafo" del grupo, doctor en Química, coleccionista de caracoles. Del otro, Fernando Hasaj, talentoso violinista uruguayo; director y concertino principal de la Camerata Bariloche. Hombre robusto y amable, que viste ropa formal, es formal, y se siente algo incómodo fuera de su hábitat, aunque lo disimule con cortesía. Núñez Cortés lo espera con instrumentos poco convencionales, como un violín ínfimo (que en manos del atribulado Hasaj parece liliputiense) y bromas melómanas. "A mi mujer le dicen si séptima, porque es dominante de mí", dice. Y, antes de salir al jardín: "A López Puccio le dicen fa sostenido, porque es sensible al sol".

En el 2000, Les Luthiers y la Camerata Bariloche se presentaron juntos en el Teatro Colón, a beneficio del Collegium Mozarteum, donde estudiaron, entre otros, Alberto Lysy, fundador de la Camerata, y Carlos López Puccio. El concierto se llamó Do-Re-Mi-Já. Por humor a la música y combinó creaciones de Bach, Mozart, Bartók o Piazzolla con las del mítico Johann Sebastian Mastropiero. En diciembre del año pasado, la cumbre se repitió en el Teatro Argentino de La Plata. Pero El Grosso Concerto duró poco: la caída del gobierno de De la Rúa y el caos económico le quitaron continuidad al espectáculo. A partir de mañana, las dos agrupaciones —ambas de 35 años, ambas veneradas aquí y fuera de la Argentina— volverán a hacerlo en el Luna Park.

Núñez Cortés y Hasaj se sientan frente a frente, mesa bajita de por medio, como dos ajedrecistas. Mañana, compartirán escenario para interpretar la ópera La hija del Escipión, Las Majas del Bergantín, Concierto de Mpkstroff y Concerto Grosso Alla Rústica opus 58 de Johann Sebastian Mastropiero, "interpretado por concertino puneño compuesto por quena, charango y bombo, y orquesta de cuerdas alternada". Pero ahora cada uno habla de su repertorio (el de La Camerata incluirá el estreno de obras de Piazzolla con arreglos de José Bragato) y responde un ping-pong que muestra simetrías y asimetrías.

¿Qué fue lo más absurdo que les pasó sobre el escenario?

Núnez Cortés: Estábamos haciendo una obra llamada La campana suonerá. Yo tenía que tocar una campana a unos cuatro metros de altura e inventaba cosas para subir. En un momento, tenía que serruchar el piso, como en El Correcaminos. Se había roto el serrucho de utilería y esa noche tuvimos que usar uno verdadero. Al soltarlo desde la altura, me abrió feo la mano (muestra la cicatriz, una especie de cienpiés). Sangrando, terminé la obra. Y les dije a mis compañeros que no podía seguir. Marcos Mundstock salió primero y pidió un médico. La respuesta del público fue una gran carcajada. Después salieron todos y dijeron que era en serio. Otra carcajada y aplausos. No había forma de convencer a la gente de que era verdad. En otra ocasión, una mujer alienada quiso subir al escenario mientras hacíamos Quién mató a Tom Mc Coffee y también se confundieron ficción y realidad.

Hasaj: Estábamos tocando el octeto de Mendelssohn, en Córdoba, y yo veía que los músicos tenían las caras muy coloradas. Noté que estaban tentados, pero no sabía por qué. Había una cucaracha, al parecer de gran tamaño, que se acercaba a los pies de cada uno. El segundo cello alcanzó a darle una patada y la mandó hasta el segundo violín. Pero la cucaracha no se daba por vencida. Suerte que yo no sabía qué pasaba.

¿Y cuál fue el instante más emotivo?

Núñez Cortés: El día en que tocamos por primera vez en el Colón, el 11 de agosto de 1986. Para nosotros fue, Dios mío, algo muy emocionante. Recuerdo que lloramos. Entrar al Colón con nuestra humilde parodia de la música culta... Después de todo, nosotros surgimos cargando a esta gente, riéndonos de eso, de ese ámbito que finalmente nos abrió la puertas.

Hasaj: La Camerata compartió muchos instantes emotivos sobre el escenario: con Martha Argerich, con Mstislav Rostroprovich, con Jean Pierre Rampal, con Les Luthiers, desde luego. Y con tantos otros.

¿Existen prejuicio en el ámbito de la música clásica respecto de la parodia? ¿Qué significa para Les Luthiers tocar con la Camerata y viceversa?

Núñez Cortés: Me pongo en el lugar de la Camerata y me digo que ellos tienen que cargar con algo y que para nosotros es todo lo contrario. Presentarnos con la Camerata nos da jerarquía, nos confirma que lo nuestro es valioso. El pequeño universo de la música con humor tiene validez desde que Mozart la hizo hasta nuestros días. Pero me pongo en la piel de Fernando...

Hasaj: Entre nuestros colegas hay es un sentimento de envidia porque compartimos escenario con Les Luthiers. Nos divertimos mucho ensayando y tocando con ellos, y nuestro compromiso es tan grande como cuando tocamos con Rostropovich. Tratamos de estar a la altura de ellos.

¿Qué instante, por mínimo que haya sido, les quedó grabado para siempre?

Núñez Cortés: La primera vez que tocamos en las Islas Canarias, en 1981, un hombre gritó: ¡El Teorema de Thales! Y yo, que había escrito esa obrita en los primeros años de la facultad, como un divertimento, sentí una rara emoción. En un lugar remoto, ese pentagrama se había transformado en un deseo, en una flecha que había tirado y que no me pertenecía más.

Hasaj: Yo, más que un grito, recuerdo una situación. El final del concierto con Rostropovich. Con su costumbre de europeo del este, me dio besos, abrazos, me hizo parar en la tarima, adelante. Llegar a pensar que era una broma, pero él era así. Para colmo, le habían dicho que mi apellido era de origen húngaro y yo no podía convencerlo de que mi padre era esloveno. Rostropovich me hablaba en húngaro y yo no entendía nada.Probé con el inglés, el italiano, incluso el esloveno...

¿Tienen algún ritual antes de subir al escenario, alguna cábala que los libre de estas situaciones?

Nuñez Cortés: No. Todo lo contrario. Nombramos a gente de mal agüero, hacemos un gran repertorio de obras prohibidas, y tenemos hasta silbadores en algunos espectáculos, algo que es considerado yeta. En la música hay mucho cabulero, óperas que no se pueden hacer. Pero nosotros somos positivistas, acometemos contra eso.

Hasaj: En la Camerata tampoco hay rituales. Antes de subir al escenario nos preocupan más los distraídos que las cábalas.

Con rituales o sin ellos, ¿cómo se puede seguir conviviendo después de 35 años?

Nuñez Cortés: Lo nuestro es un matrimonio de cinco personas que durante ese lapso ha pasado por desavenencias, problemas, inclusive radiaciones: la muerte de Gerardo Masana, la separación de Ernesto Acher. Hubo momentos bastante bravos. Pero más factores de cohesión que de disolución. El éxito es uno. O la sensación de que los compañeros son buenas personas; sensación que tiene del resto, porque yo soy bastante malo. Hicimos terapia de grupo durante 15 años. Pero, ahora, la convivencia se hace más fácil día a día.

Hasaj: La Camerata tiene la misma edad que Les Luthiers pero ha tenido recambios totales. No vamos al psicólogo todos juntos porque serían sesiones un tanto numerosas. Pero vamos por separado y, además, tenemos buena convivencia, nos llevamos bien, estamos tranquilos.

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