Barenboim, Argerich y Les Luthiers

http://www.revistaenie.clarin.com/ 04/07/14

El 9 de agosto la West Eastern Divan que dirige Daniel Barenboim, Martha Argerich y Les Luthiers harán juntos La historia del soldado, de Stravinski y El Carnaval de los animales, de Saint-Saëns. “Nos sentimos halagados pero también presionados porque no podemos decir que no –reconoce López Puccio–. Te diría que estamos desconcertados. Barenboim nos invita a sumarnos a su programa y no se lo podemos arruinar.
–¿Por qué se lo arruinarían?
–No lo podemos llenar de gags ni modificar La historia del soldado, apenas un poco el texto. En El Carnaval... tenemos más libertad. Saint-Saëns escribió la obra un poco en broma, para tocar con sus amigos: el humor está validado desde el origen.


Les Luthiers: echale la culpa al maestro
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Si hay algo en lo que los integrantes de Les Luthiers están de acuerdo últimamente es en el temor que les produce la actuación que los tendrá en el escenario del Colón junto a Martha Argerich y Daniel Barenboim. Resulta difícil entender ese miedo, especialmente después de verlos actuar en Viejos Hazmerreíres, un show en el que batallan con todos los géneros -desde una comiquísima parodia de zarzuela hasta uno de esos encendidos rap que seguramente dejaría de cama a más de un grupo de veinteañeros-, pero las expresiones de pánico son de una unanimidad tal que no queda más remedio que rendirse ante la evidencia.

“Sí, tenemos miedo. Nos sentimos honrados por la invitación, pero sorprendidos y, sobre todo, asustados”, reconoce Carlos López Puccio. “Nos da miedo crear falsas expectativas. La gente va a escuchar a Barenboim y a Argerich. No queremos arruinar esa presentación”.

¿Por qué la arruinarían?
CLP: Porque no lo podemos llenar de ruido, con gags a lo Les Luthiers en el medio de la música. Tampoco se puede cambiar ni una pizca la Historia del soldado.

Entonces, ¿qué van a hacer?
Marcos Mundstock : Vamos a relatar la Historia del soldado e intervendremos un poco más el Carnaval de los animales.

¿Serás vos el relator?
MM: No, la vamos a relatar entre todos. Hay versiones de todo tipo, con un relator, con varios; actuadas, bailadas. Vamos a hacer los diálogos entre el Diablo y el Soldado como si fueran amigos en un café.

CLP : (se ríe) Terminaremos haciendo una especie de Anastasio el pollo con música de Stravinski. Hablando en serio, a nosotros nos cuesta de alma hacer una modificación de raíz y a Barenboim le costaría mucho más porque no admitiría ningún cambio en la partitura de Stravinski.

MM : Sí, nos dijo que hiciéramos lo que quisiéramos con el Carnaval..., pero que con la Historia del soldado no nos metiéramos con la música.

CLP : Así que en el Carnaval nos metemos con la música porque a Barenboim y a Saint-Säens no les importa. Pero a Stravinaki le hubiera importado que le modificáramos la partitura.

¿Saben con seguridad que a Saint-Saëns no le hubiera importado que se metieran con su música?
MM: ¡Pero si la escribió en joda!

Bueno, pero podría pensar que su chiste era suficientemente bueno como para que ustedes se lo cambiaran.
MM : Pero no pensamos estropeárselo.

CLP : Nos metemos muy pero muy poquito.

DR : Yo no tengo mucha idea de cómo era su humor, pero si escribió esa obra creo que se divertiría muchísimo con nuestra versión.

JM : El Carnaval de los animales tiene un humor sutil y nos costó pensar en sumar nuestros instrumentos informales. Le dije a Baremboim que me daba miedo que nuestros instrumentos, tan imperfectos y desafinados, le arruinaran la versión. Pero a él la idea le pareció buena. Me respondió con mucha gracia: “Mejor, ¡va a sonar más animal!”.

Pero el público que irá al Colón más o menos sabe con qué se encontrará.
CLP : Espero que sí, aunque tengo mis temores.

MM : Es una noche, es el abono, ¡qué sé yo quiénes son!

Por suerte, eso nunca se sabe. ¿Qué criterio usaron para decidir en cuáles de los números intervenir?
CLP : El de encontrar el lugar donde calzar razonablemente. Hay sitios donde nos parece que no hay cabida para nuestra intervención porque son muy virtuosos o porque qué sé yo...

MM : ¿Porque queremos que se escuche un poco la obra?

Entonces, ¿cuentan con el aval de Barenboim para todas las intervenciones que harán?
DR : Sí, completamente. Así que desde ya advertimos a la población: lo que salga mal será de exclusiva responsabilidad del maestro Daniel Barenboim.


Barenboim, Argerich, Les Luthiers y una noche inédita de música y humor.

En el Teatro Colón

Una sala colmada ovacionó la representación de “La historia del soldado” y “El carnaval de los animales”.


El concierto del sábado era sin duda la gran incógnita del Festival Barenboim. ¿Cómo reunir en un mismo programa a un conjunto que hizo de la parodia del concierto su principal razón de ser con artistas como Martha Argerich y Daniel Barenboim, dos de las figuras más relevantes de toda la escena clásica? Aunque es cierto que la parodia de Les Luthiers siempre transcurrió en un nivel musical muy refinado y que Barenboim es un artista muy flexible y especialmente carismático, como en cierta forma también lo es Argerich, si bien de un modo muy distinto.

El punto de encuentro no pudo ser más apropiado.

La historia del soldado de Stravinski es una obra que fue concebida para ser representada en forma ambulante, como música de feria, y más allá de su riguroso mecanismo de precisión musical, el relato fáustico del soldado y el diablo admite diversas soluciones; mientras que El carnaval de los animales de Saint Saëns es en sí misma una parodia que puede continuarse al infinito.

En Stravinski, el aporte de Les Luthiers se concentró en el relato, a cargo de Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich y Carlos López Puccio. Los dos primeros se repartieron respectivamente los roles del Diablo y el Soldado (aunque uno y otro eventualmente podían pasar con fluidez a la narración en tercera persona), mientras que Puccio introducía sabrosas apostillas y desopilantes preguntas.

La sola presencia de esos relatores y especialmente de la voz de Marcos Mundstock desencadena en cierta forma el mecanismo de la risa. Pero la eficacia de la interpretación no reposó en los chistes, sino en la calidad y los colores del relato, en una excelente adaptación. La ejecución musical fue impecable, con el brillante desempeño del concertino Michael Barenboim (hijo del director), y hubo además un breve despliegue coreográfico a cargo de dos bailarines, Krishna Olmedo y Jésica Gómez, a quienes el propio Barenboim descubrió días pasados en un bar de tango y resolvió incluir en la representación de las Tres Danzas , número en el que el director además improvisó unos graciosos pasos de comedia.

En la obra de Saint-Saëns Les Luthiers pudo funcionar a pleno con su increíble lutheria, aunque el eje de la representación estuvo dado por la lograda intervención de Mundstock con su lectura de los comentarios críticos del célebre compositor Johann Sebastian Mastropiero sobre cada número del Carnaval. Según el envidioso Mastropiero, la Marcha Real del León habría sido un plagio de la Danza de los Tigres de su Comparsa de los Bichos, sólo que para disimularlo Saint Saëns cambió los timbres de algunos instrumentos y la compuso quince años antes.

Sobre Canguros , el número a dos pianos que interpretaron exquisitamente Argerich y Barenboim, Mastropiero observa que aquí Saint-Saëns se equivoca nuevamente, ya que esos raros y cambiantes compases no describen canguros sino más exactamente ornitorrincos. En el número del Cisne , Barenboim (que audiciona a los distintos aspirantes a tocar ese solo con sus absurdos instrumentos para despacharlos cómicamente uno por uno) se reveló como un brillante actor estelar junto con el chelista Hassan Moataz.

El final fue abordado por Argerich, Barenboim y el grupo de músicos de la WEDO en el proscenio, y Les Luthiers sobre el escenario, con sus 'instrumentos informales', dando lugar a un diálogo musical de alto vuelo, desprovisto de solemnidad. En el mismo registro en que, a modo de bis y "muy fuera de programa", el quinteto interpretó El explicado, ante una sala que ovacionó de pie.

Clarín 11-08-2014


Les Luthiers sumó su exquisito humor

Festival de música y reflexión / Abono estelar martha argerich, daniel barenboim, les luthiers (Daniel Rabinovich, Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés, Marcos Mundstock y Carlos López Puccio), y ensamble de músicos integrantes de la orquesta west-eastern divan / Obras: La historia del soldado de Igor Stravinsky (para violín, contrabajo, clarinete, fagot, trompeta, trombón, percusión y narrador), sobre texto de Charles Ferdinand Ramuz y El Carnaval de los animales, gran fantasía zoológica para once instrumentistas, de Camille Saint-Saëns, con traducción, adaptación, introducciones y "desarreglos" de Les Luthiers / Teatro: Colón.

Nuestra Opinión: Excelente

Si después de la música y sus momentos inolvidables en los dúos, conciertos y ópera; si después del reencuentro y las emociones vividas a lo largo de estos días y el espacio de reflexión propuesto para el domingo, algún condimento podía sumar todavía una perspectiva más a este "festival Barenboim-Argerich" que ya hizo historia en la vida cultural de la ciudad, ese condimento fue el humor. Presentada como la última función del Abono Estelar, la reunión de los dos eximios pianistas con Les Luthiers ofreció un programa marcado por la curiosidad y el ingenio característico del grupo en torno a la música, sobre todo durante la segunda parte del concierto, dedicada al Carnaval de los animales, cuando los geniales Luthiers pudieron desplegar sus finas habilidades humorísticas a lo largo de un guión propio.

En la primera parte, un conjunto de siete instrumentos dirigidos por Barenboim (violín, contrabajo, clarinete, fagot, trompeta, trombón y percusión), junto a Rabinovich (como el soldado), Mundstock (como el diablo y otros personajes) y López Puccio (como un relator), "ejecutaron" La historia del soldado de Stravinsky, una pieza híbrida con texto de Ramuz, cuya intención -no obstante los giros cómicos aportados por Les Luthiers a partir de los oportunos añadidos en guiño con la actualidad local- no terminó de quedar completamente clara. Durante los pasajes narrados, Barenboim cedió su habitual protagonismo, siguiendo la historia sentado en una silla a la espera de su turno como director del ensamble. Un tanto incómoda resultó la entrada de una pareja de bailarines, Jessica Gómez y Krishna Olmedo, en el número de tres danzas (tango, vals y ragtime), invitados al escenario por el propio director que se acercó a bambalinas para ubicarlos en el proscenio y más tarde, al cabo del baile, también los acompañó a retirarse llevados de la mano ensayando él mismo un paso de baile que le mereció un divertido aplauso. Fue simpático aunque no del todo contundente el resultado entre la moraleja y las chispas de humor en las voces de Les Luthiers.

En la segunda parte, en cambio, incorporados ya los dos pianos a la escena, con Martha Argerich y Daniel Barenboim en el rol de solistas, y un ensamble instrumental (flauta, clarinete, armónica de cristal, xilófono, dos violines, violonchelo y contrabajo), el ritmo y la originalidad de Les Luthiers en ese tipo de humor elegante e inteligente que caracteriza los guiones del celebrado grupo brillaron en todo su esplendor. La propuesta aquí consistió en una ejecución "comentada" del Carnaval de Saint-Saëns, según el análisis detallado en una tesis académica del legendario personaje de Johann Sebastian Mastropiero. Las observaciones "críticas y despectivas", leídas por Mundstock y generadas supuestamente en la envidia que Saint-Saëns despertó en Mastropiero (que acusa al compositor del Carnaval de haberle plagiado su obra cumbre, La comparsa de los bichos, aunque con la astucia de hacerlo quince años antes de la aparición de la suya), van desmenuzando uno por uno los números de la suite en un repertorio de la más ocurrente y aguda parodia musical. Así, por ejemplo, se sucedieron: el número de las Aves, sobre el cual Mastropiero explicó que mientras su Comparsa dedica exhaustivamente una pieza a cada especie, en este Carnaval, el señor Saint-Saëns amontona todas las aves en la confusa pajarera de una misma jaula; que en el número de los Canguros, la figuración de corcheas y semicorcheas compuesta por el francés es obvio que no representa al animalito propuesto, sino más bien al ornitorrinco, y que Tortugas, que hace escuchar un can-can exasperantemente lento, mejor debería haberse titulado Perros.

A su vez que, considera Mastropiero, incluir un número de Pianistas en un catálogo de animales resulta una broma de mal gusto, respondida por Barenboim tocando de espaldas y Martha, de rodillas. En el Cucú, Saint-Saëns comete un grave error, señala Mastropiero, que se cita a sí mismo como un estudioso de los cuclillos, pues los mismos, a diferencia de la representación del Carnaval, cantan en intervalos regulares de cuartos, medias y horas. Mundstock persistió con la lectura y el resto de Les Luthiers, entretanto, intervinieron con la ejecución de sus fabulosos "instrumentos informales" -entre otros: el bajo barríltono, la marimba de cocos, el bolarmonio, el nomeolbidet y el cellato con el que Hassan Moataz (chelista del ensamble) se lució interpretando la famosa melodía del Cisne. Las partes musicales, como no podía ser de otra forma, resultaron exquisitas en las manos de Argerich (divertida en la secuencia de explicaciones), y de Barenboim (quien además se atrevió a intervenciones verbales con un perfecto timing actoral), así como del excelente grupo de solistas de la Orquesta del Diván, entre ellos el hijo del pianista, Michael Barenboim, a cargo del primer violín.

Como obra fuera de programa -"muy fuera de programa"-, Les Luthiers interpretaron El explicado, del folklorista Cantalicio Luna, una suerte de gato con explicaciones de varios términos telúricos, plenos de esos inconfundibles y tan queridos trucos de gracia que llevan el sello de Les Luthiers desde la primera hasta la última de sus notas.

Por Cecilia Scalisi

La Nación
11-08-2014


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