Neneco (como le decían sus afectos más cercanos) fue el payaso, el "canchero", el tipo que se robaba los aplausos aunque no fueran para él.

Dentro del grupo no escribía, ni componía: su aporte fundamental estaba en los ensayos donde se ponía a jugar, e inventar chistes sobre esa situación ya armada por sus compañeros.

Su aliado en escena fue Marcos Mundstock. Juntos formaron una de las duplas más graciosas del grupo: "La hora de la nostalgia", "La Comisión", "Radio Tertulia" o la introducción de "El poeta y el eco" y de "El negro quiere bailar" dieron prueba de eso.
En lo musical tocaba percusión, guitarra, violín y vientos, además del bass-pipe, el instrumento insignia de Les Luthiers.