Sean eternos Les Luthiers

“Grandes hitos” reúne lo mejor de un quinteto cuyo talento sabe mejor con los años, como el vino.
Ernesto Schoo. Revista Noticias, 21/6/1992

Son algo así como nuestros Beatles. Con una diferencia a favor: deserción más o menos, siguen unidos. Y siguen creyendo en la felicidad, de la cual sus espectáculos son una forma privilegiada. Sin perder un gramo de vitalidad y frescura.
Les Luthiers hace tiempo que asumieron la condición de clásicos. Ya son varias las generaciones encantadas por la originalidad, la fantasía y el profesionalismo estricto de estos músicos, actores, cantantes, bailarines, acróbatas. Y, sobre todo, poetas.
Poetas del teatro, capaces de crear un mundo propio que es el reflejo irónico, sarcástico a veces, de este otro desde el cual los admiramos y aplaudimos sin retaceos.
El título de la nueva presentación en el Coliseo Grandes Hitos, juega –no podría ser de otra manera- con las palabras. Son algunos de sus éxitos de un pasado que ellos hacen siempre presente, pues nunca envejecen.
Al mismo tiempo, declaran una madurez que ya estaba desde sus primeros espectáculos, en el afiatamiento del juego escénico, en la prolija exactitud del menor movimiento de entradas y salidas, hasta en la silenciosa eficacia de los servidores del escenario.
La perduración del éxito se debe también, en no poca medida, al ingenioso criterio de dar a cada uno un papel completamente definido, a partir del cual juegan los diversos personajes: el fingido engolamiento de Mundstock, la viveza porteña de Rabinovich, el despiste total de López Puccio, el candor infantil de Maronna, el empecinamiento de Núñez Cortés en el absurdo.
Para deleite de memoriosos y deslumbramiento de neófitos, “Grandes Hitos” recopila, ante todo, esa maravilla de evocación paródica que es la zarzuela Las majas del bergantín; la ardua pantomima de Kathy, la reina del saloon, homenaje al cine mudo; el zarpazo –merecido- a la televisión, en Entreteniciencia familiar; y, en fin, además de Lazy Daisy, Serenata medio oriental y Encuentro en el restaurante, el prodigio de observación crítica que es El sendero de Warren Sánchez.
La ausencia casi total de los habituales instrumentos estrafalarios, no priva a ningún cuadro de la capacidad de evocar épocas, géneros y estilos con alucinante perfección. Por eso, se puede afirmar que Les Luthiers no suman años, sino verdadero talento. Para no perdérselo.

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