Más tropiezos de Mastropiero es una gloriosa despedida de los maestros del juego musical

Les Luthiers tiene una enorme capacidad de parodiar todos los géneros y estilos, con la inclusión de instrumentos informales y afinados a la perfecció

Johann Sebastian Mastropiero, el célebre y ficticio autor de las obras de Les Luthiers, se presta a una entrevista para explicar las razones de su éxito a lo largo de varias décadas. Les Luthiers pergeñó, mediante este artilugio escénico, una suerte de manifiesto para el espectáculo que marca su despedida tras 55 años de trayectoria.
Los diálogos de Mastropiero, interpretado por Martín O’Connor, y su entrevistador, personaje a cargo de Roberto Antier, se gestan a través de una catarata de gags verbales. El presentador del pretencioso programa Diálogos con la cultura choca constantemente con las respuestas inesperadas del compositor, que se muestra incapaz de captar imagen o metáfora alguna y contesta en base a interpretaciones literales que llevan al humor absurdo de los juegos de palabras.
La entrevista se ilustra con fragmentos del repertorio de Mastropiero, y ahí comienza a sonar desde el escenario del Teatro Ópera la esencia musical del arte de Les Luthiers: su enorme capacidad de parodiar todos los géneros y estilos, en un divertimento singular que subraya la constante inclusión de instrumentos informales de asombrosa construcción y perfecta afinación.

Exhiben en las breves piezas la maestría de recrear la dinámica musical de un género en clave de humor. Sean los villancicos iconoclastas que confunden fechas y tradiciones, el cantar marchoso de marines como solían aparecer en las películas norteamericanos de los años 50 o el tango “Tristeza que entristece”, un canto a la inflacionaria melancolía de la argentinidad que interpreta Horacio “Tato“ Turano acompañado por un nuevo instrumento, el tristacho. Vale la pena prestar incluso atención a la cortina que suena entre las escenas de entrevista y los números musicales.
Sin olvidar que interpretan un movimiento atribuido a Robert Schumann y otros que firman Ludwig van Mastropiero y Wofgang Amadeus Mastropiero, primos de Johann Sebastian. En su vocación por la broma musical, los integrantes de Les Luthiers resultan primos lejanos del mismísimo Mozart.
Pero no dejan por eso de emparentarse con el jazz tocado en un antro mafioso que deriva en canción romántica italiana y amor inesperado, o con los ritmos tropicales en el “Chachachá para órgano a pistones”, un portentoso instrumento de cariz industrial interpretado por Jorge Maronna.

Los pasajes de humor verbal, a veces un tanto más extensos que los musicales, se desarrollan también con la musicalidad de un manejo inteligente de los silencios y el contrapunto del remate sorpresivo.
El juego de la palabra se incorpora en tanto al musical en el “tarareo conceptual“, una categoría de Mastropiero que ilustra la frase “pararán para el pan“, en que se basa la letra del vals criollo y campesino llamado “Aria Agraria”. La música misma experimenta transformaciones y giros en son de gag musical al convertir una marcha fúnebre en festivo can can, o al revertir la relación del maestro de música clásica (Antier) y el joven rebelde (Tomás Mayer-Wolf) hacia un furioso elogio al rock a cuatro manos sobre el piano.

La alternancia entre texto y música se pone de manifesto de la forma más imbricada en la deliciosa escena de tertulia de la ancianidad de las tías Rosarito y Clarita, que entonan su vals geriátrico “Pasión bucólica” cambiando el acompañamiento de cuerdas y piano con la percusión montada sobre un anticuado perchero.
Les Luthiers no solo guarda la coherencia que sostuvo a lo largo de 55 años, aun con los cambios por los que solo se mantienen como integrantes de la formación histórica Jorge Maronna y Carlos López Puccio, autores y directores, además de intérpretes, de Más tropiezos de Mastropiero.

En esta última ronda por los escenarios, que los llevará a lo largo del año por diversos países latinoamericanos y a España, explicitan como remate de la entrevista ficticia a Mastropiero, en un “fuera de cámara“ final, el leitmotiv de su trayectoria tan exitosa, de su seriedad de humoristas, de la seriedad de su música “poco seria“. Reafirman lo acertado del uso del mismo término en inglés (play) y alemán (spielen) para significar “interpretar música“ y “jugar“. Les Luthiers son maestros del juego musical.

Juan Garff
LA NACION - 13 de enero de 2023

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