MM: Mastropiero ya había
vivido en Roma, el alma del mundo, en París, el corazón
del mundo, pero se sentía intrigado por Buenos Aires. Y cuál...
(interrumpiéndose y al público) ¿Porteños?
Y cuál no sería su sorpresa al llegar a Buenos Aires y comprobar
que sus habitantes se sentían el ombligo del mundo. Pronto descubrió
que la tan mentada arrogancia de los argentinos tenía sus altibajos.
En efecto, a veces se sentían los mejores de América Latina,
pero a veces también se sentían los mejores del mundo. Le
llamó la atención su orgullo por tener el río más
ancho, la calle más larga, alguno hasta se jactó de que
los enanos argentinos eran los más altos. O la difundida creencia
de que "Dios es argentino", y que cuando el Señor anunció
"Buenos Aires será la reina del Plata", un coro de porteños
se lamentó: "¿cómo de Plata? ¡qué
macana, salimos segundos!" De todas maneras, Mastropiero se sintió
atrapado por la música de Buenos Aires. Respecto del tango, lo
ignoraba todo, jamás había compuesto uno, a diferencia de
su prolífica producción en otros géneros musicales
que igualmente ignoraba. Y el que lo inició en su amor por el tango
fue el famoso malevo y cantor de los arrabales, Celedonio Nicanor Compagnucci.
Sus creaciones combinan con maestría la íntima pasión
con el sentimiento social. Recordemos a Compagnucci y su famoso tango
"Me engañaste una vez más". Escuchemos.
DR: Tango
argentino: recuerdo, rezongo, rencor, remordimiento...
todo con "re".
Tango argentino, tango reo, tan-gorrión, tan-gordito.
Tango argentino de amores contrariados,
de hombres de verdad, hombres de hierro;
de minas fieles, minas de hierro,
minas de carbón, minas de cobre..., Minas Gerais.
Tango argentino, símbolo, tarjeta de presentación,
en cualquier rincón del mundo resuena un tango,
y a su alrededor se levanta un murmullo: "¡Cuidado, argentinos!".
Tango argentino, canción dolida del hombre abandonado.
DR: Hiciste
mil promesas,
de un futuro mejor;
que todo cambiaría,
y que habría paz y amor.
Hiciste grandes planes,
que tu amor me darías,
que seríamos felices,
que esta vez cumplirías.
Y hoy me digo acongojado
¿para qué? ¿para qué?
si nada ha cambiado,
¿para qué te voté?
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