Quien conociera a María, amaría...
(Canción con mimos)

"Especial 40 años"
Posadas Misiones, Centro del Conocimiento, 8 de diciembre de 2008.


MM: El famoso pensador Humberto Della Noia dijo en cierta ocasión, ante una numerosa y calificada audiencia, lo siguiente: "la Música es tal vez de todas las Artes la que implica la mayor constelación de connotaciones plurisignificantes". Algunos comenzaron a retirarse, un hombre le preguntaró si hablaba de la música en general, y una señora si se refería a la música en tanto categoría mitológica; incluso varios le preguntaron si se sentía bien.
"Hay música en todas partes" - siguió imperturbable, mientras la gente seguía abandonando la sala - "música para hacer gimnasia, para trabajar, para comer, algunos han llegado al extremo de poner música de fondo, mientras escuchan música". Y, ofuscado Della Noia, dio un golpe sobre el escritorio. En ese momento, un anciano de rostro apacible, que era el único que quedaba, con el golpe se despertó y comenzó a dirigirse hacia la salida, con Della Noia caminando detrás leyéndole los párrafos finales de la disertación. En la siguiente obra de nuestro recital hemos tratado de revertir, justamente, el carácter accesorio de la música. Vamos a interpretar, en lugar de una escena acompañada por una canción, una canción acompañada por una escena. En dicha canción, los recuerdos del cantante son representados con mímica; su título: "Quien conociera a María, amaría a María".

JM: Me sentía tan solo
que sufría y sufría
mi trabajo en el teatro
no me daba alegría.

Mis amigos trataban
en mis días más tristes
el brindarme consuelo
con sus bromas y chistes.

Y de pronto una noche
retornó mi alegría
irrumpiste en mi vida,
te llamabas María.

Descubrí tu figura
desde las bambalinas
derrochando hermosura
entre las bailarinas;
vi tus labios ardientes
y tu andar elegante,
tu mirar atrayente,
tu cabello abundante.

Al tratar de acercarme
para saber tu nombre
te encontré discutiendo
con aquel otro hombre.

Cuando ya te marchabas
ante ti aparecí
te conté que te amaba;
te reíste de mí.

Pero al verme sincero,
me pediste perdón;
de rodillas juraste
darme tu corazón.

Te pedí mil disculpas
por mi torpe irrupción;
tú llorando insistías
en pedirme perdón.

Me contaste de aquel
que en el teatro te hablaba,
hombre sórdido y cruel
al que antes amabas.

Era el jefe de escena,
hombre pérfido y bajo
que lograba de ellas
amor por un trabajo.

Sentí una gran pena,
sentí rebeldía,
y como eras ajena sentí
una profunda dicotomía.

Te ofrecí, ya en el parque
un vivir diferente,
y tú callada mirabas
las estatuas y fuentes.

Y al cesar tu recelo
nuestros labios se hallaron,
las estrellas del cielo
más intensas brillaron...

(El cantante espera que se iluminen luces sobre el escenario)

Las estrellas del cielo
brillaron...

(Sigue esperando)

Y entonces... Francisco García
encendió las estrellas del cielo...

(No se encienden las luces)

... la noche estaba oscura.

Nos sentamos muy juntos,
pasé mi mano derecha
por debajo de tu brazo izquierdo
mientras tú apoyabas tu cabeza
en mi mano derecha
que yo había extendido
con la palma hacia arriba
y algo flexionada.

En ese momento
t e pedí que dejaras
esa vida vacía
que a ese hombre olvidaras
y que al fin fueras mía;

(Se apagan todas las luces)

Y mi vida fue otra
cuando al fin fuiste mía
y dejaste a ese idiota
de Francisco García.

Espectáculo:
Espectáculo:
Espectáculo:
Espectáculo:
Espectáculo:
Video:

Formación:
M. Mundstock: Presentación

J. Maronna: Solista - guitarra
M. Mundstock: Mimo 2
C. Núñez Cortés: Mimo 1 / castañuelas
D. Rabinovich: Fuente

A partir 16:37

Les Luthiers online