MM:
Cuando la Sociedad de Compositores de Viena me encomendó la búsqueda
de Helmut Bösengeist, me dirigí a los Alpes hacia a las montañas, hasta ciertos parajes que sabíamos que él solía frecuentar. Esa tarde me sorprendió una tremenda tormenta de nieve; como pude llegué
hasta la cabaña más cercana.
¿Hay alguien en la cabaña?
MO: ¡No!
¿y ahí afuera?
MM: ¡Tampoco!
MO: ¡Pase, pase, está abierto!
MM: ¡Gracias! (se sacude los hombros)
MO: ¿Mucha nieve afuera?
MM: No, caspa.
MO: ¿De dónde viene?
MM: Bueno empezó como una seborrea, el médico me dijo que
me hiciera unas fricciones...
MO: No, no, usted de donde viene.
MM: Ja, ja, no le había entendido, vengo de Viena.
MO: Ah, Viena de viene. ¡Linda ciudad.
MM: ¿Conoce?
MO: No, para nada, nunca salí de acá...
Dígame ¿anda paseando
con semejante inclemencia?
MM: No,
ando paseando solo.
MO: No,
me refiero si anda paseando pese al tiempo, a la tormenta.
MM: Ja,
ja, ¡otra vez no le entendí! En verdad no ando paseando.
No, estoy
buscando a Helmut Bösengeist, el compositor, ¿no estuvo por
aquí?
MO: ¿Por aquí un compositor, en la montaña? No, no. Yo soy
un simple pastor, vivo en esta cabañita, en las montañas,
tengo mi rebaño de ovejas.
MM: Así, ¿cuántas cabezas?
MO: Una, cada oveja.
MM: ¿Cuántas ovejas?
MO: Una oveja cada cabeza, es muy fácil. Una oveja, una cabeza, un rabo, una oveja,
cuatro patas, cuatro ovejas. ¡No!.
MM: Ja, ja, ahora no me entendió usted a mí.
Yo sé como es una oveja, una vez vi una. Le pregunto si tiene muchas ovejas.
MO: Tengo cien ovejas.
MM: ¿y las cría todas para lana?
MO: 65 lana y 35 poliéster. (sollozos)
MM: ¿Qué le pasa?
MO: (sollozos)
MM: ¿Y qué más?
MO: Es que hablando de las ovejas, me acordé de mi perro, aún me parece oírlo cuando venía y me decía: "Achtung!...eine
Kugel kam geflogen, da steht ein Lindenbaum... "
MM: Perdón ¿Su perro le decía eso?
MO: Ovejero alemán.
MM: ¿Hace mucho que vive acá?
MO: Si hace mucho que vivo acá... ¿Ve esas montañas?, cuando yo vine todavía
no estaban.
MM: ¿No escuchó hablar de algún forastero, alguien nuevo en la
comarca?
MO: No, no, no escuché nada, anoche estuvo tronando, así que escuché truenos... Ya le dije, yo soy un simple pastor...
MM: ¿Un simple pastor?
MO: Un simple pastor de ovejas...
MM: Ajá, ¿y ese piano?
MO: Se lo olvidaron unos mochileros
MM: Ah, claro, lógico... Unos mochileros traían un piano y después se lo dejaron...
MO: Claro como era muy pesado y él era muy flaquito, se fue hundiendo en la nieve y por eso me lo dejaron...
MM: Lo noto un poco nervioso
MO: No, no, es el frío, nada más...
MM: ¿Seguro que no hay algo que no me quiere contar, que no me está ocultando alguna información?
MO: No, no, qué le voy a ocultar, ya le dije, yo soy un simple pastor, vivo en esta cabaña. Hace
20 años que crío pianos... que toco
las ovejas, ¡qué crío ovejas!
MM: (mirándole la mano) Esta no es la mano de un pastor.
MO: ¿Y ésta?
MM: Usted no es quien dice ser.
MO: ¿Qué está insinuando?
MM: Estoy sospechando que usted es Helmut Bösengeist.
MO: Uté está loco, usted está equivocado.
MM: ¿Estaría dispuesto a contestarme algunas preguntas?
MO: Sí, pregúnte lo que quiera.
MM: ¿Usted cómo se llama?
MO: Helmut Bösengeist.
MM: Helmut, Helmut ¿Por qué se esconde?, ¿Por qué
huyó de Viena?, ¿Por qué no cierra esa ventana?
MO: Acérquese al fuego, le contaré mi historia. Después
del fracaso de mi última ópera en Viena, decidí abandonar
la ciudad y dejar de componer, mis amigos venían a suplicarme... ¡que no me arrepintiera! ¡Buaaa...!
MM: Bueno, está bien hombre, no llore por eso.
MO: No, no lloro por eso, es que me acordé de mi perro... "¡Eine
Kugel kam geflogen, da steht ein Lindenbaum..."
MM: Helmut, Helmut, ¡Helmut!
, Cálmese por favor, cámese y dígame
qué más pasó.
MO: Acá en las montañas también fui rechazado; cuando
los pastores me vieron llegar envuelto en mi abrigo de pieles me bautizaron
"El abominable hombre de las nieves". Yo ya estaba decidido
a vivir lejos de Viena, lejos de la sociedad, lejos de los demás
hombres, y ahora aparece usted. Dígame ¿Qué quiere de mí? ¿Eh? ¿Qué
quiere de mí?
MM: Helmut, Helmutito, usted tiene una deuda con la sociedad y yo he venido
a reclamársela.
MO: ¿Una deuda con la sociedad?
MM: Sí. Con la Sociedad de Compositores de Viena, debe quince cuotas.
MO: Bueno tal vez usted, si usted pudiera pasar en otro momento.
Le podría dar unos cheques sin fondos... unos documentos a treinta,
sesenta, y noventa... años.
MM: No quise lastimar más a ese pobre hombre derrotado.
MO: Eh, perdón, ¿quiere un café?
MM: Cómo no, gracias, dígame ¿hay correo en la aldea?
MO: Hay.
MM: ¿Hay telégrafo?
MO: Hay.
MM: ¿No sabe si podré mandar un mensaje?
MO: Hay. !Ayyyy!
MM: ¿Se quemó?
MO: No, me acordé de mi perro... "Eine Kugel kam geflogen
da steht ein Lindenbaum..." A veces me decía: "guau".
MM: Esa misma noche telegrafié a la Sociedad de Compositores de Viena y en el informe decía que no había podido encontrar a Helmut Bösengeist. Mentí para protegerlo. Eso significa que ya nunca podremos cobrarle las quince cuotas que nos adeuda. Helmut dejará de enviarnos sus partituras. No hay mal que por bien no venga. Y hoy sabemos que es feliz en las montañas ya
ninguno lo llama "El abominable hombre de las nieves", para
ellos es simplemente Helmut, "El abominable músico de las
nieves". |